La Empresa Familiar en Quiero Matar a Mi Jefe
enero 22, 2012
Hace unos días vi la comedia «Quiero Matar a Mi Jefe» (Horrible Bosses de título original) y no pude dejar de reírme con las situaciones que plantea.
Justamente, uno de los 3 jefes apuntados por los protagonistas es el heredero de una Empresa Familiar, un total cretino que pone la empresa al servicio de su vida (interpretado por Colin Farrel) y solo la usa para satisfacer sus deseos personales (algunos bastante perversos, jaja).
El hecho es que por lo que estoy pudiendo ver, muchas empresas familiares tienen el mismo problema que amenaza con su supervivencia. De repente el jefe, fundador y líder muere (en el caso del film por un infarto) y la empresa y sus empleados quedan sin posibilidad de reacción. Un hijo incompetente y sin ningún deseo ni amor por la organización asume el mando y todo se va a pique.
Ni el quiere a los empleados ni los empleados lo quieren a él, era el hijo mimado y consentido, que no encontraba su lugar en el mundo y estaba en la empresa trabajando justamente de «hijo». Encima trataba mal a todo el mundo (por algo sería)… y todo el personal tenía que soportar sus excentricidades.
Si bien es una situación un poco exagerada para encajar en la comicidad de la película, historias como las que les nombré recientemente, se reflejan en muchas familias empresarias. Elaborar un Protocolo Familiar hubiera prevenido un montón de sucesos desagradables y la firma no hubiese quedado a la deriva…
Todavía y con la estadística que nos aprieta (Solamente un 10% de las Empresas Familiares llegan a la 3ra Generación) muchos «jefes de familia» no quieren entender o menoscaban la importancia del Protocolo…
Es duro decirlo, pero ante el primer problema la empresa comenzará a sucumbir y tomar decisiones se hará más difícil. Con el paso del tiempo se resentirá la competitividad y la supervivencia será un verdadero desafío.
Nimiedades o pequeños asuntos como el tener un auto de un hijo a nombre de la Compañía, empiezan a socavar contra la profesionalización de una organización que se precie como seria y eficiente. Quien no desee trabajar en la empresa ni siquiera debe acercarse a ella, y si se diera el caso de que fuera propietario o accionista, solamente deberá percibir los dividendos que le correspondan al final de cada período.
Así y todo y con la evidencia clara de que situaciones como las descriptas acontecen, los empresarios familiares no actúan. Es mi deber como el de todos los que trabajamos con Empresas Familiares, seguir pregonando esta concientización… Simplemente, que del dicho al hecho, no haya un largo trecho.
Por cierto… Miren la película… Se van a reír un buen rato.
Destacada actuación de Jennifer Aniston.
septiembre 14, 2012 at 10:54 am
En los últimos meses están saltando a la prensa noticias relacionadas con empresas familiares que personalmente me preocupan para el futuro de las mismas, véase por ejemplo que hijos despiden a sus padres y fundadores, caso Llongueras, o que ante la falta de profesionalización de las mismas se ven abocados a malvenderlas con el consiguiente coste social para las familias fundadoras.
julio 4, 2013 at 4:08 am
Uno de los grandes problemas es el cambio generacional, especialmente en las labores de dirección de la compañía. A menudo el fundador de la empresa tenía dotes empresariales que no tienen sus hijos. Es muy recomendable no dar por sentado quien será el sustituto, y escoger a la persona más apta (incluso a veces hay que buscarla fuera o dentro de los empleados que no son familiares).