El Autoconocimiento en Medianoche en París

agosto 21, 2019

Si nos fijamos detenidamente, la película del genial y polémico Woody Allen nos brinda muchos elementos para analizar la primera habilidad práctica de la Inteligencia Emocional: El Autoconocimiento.

Las experiencias nocturnas de Gil Pender (personaje interpretado por Owen Wilson) al trasladarse incrédula y fantásticamente a los años 20, matizan y conjugan una serie de valiosas cuestiones sobre preguntas existenciales de nuestro existir, con el cometido de vislumbrar algún modo virtuoso y energizante para seguir adelante cuando las dudas nos acechan.

Pender es un exitoso guionista de cine en Hollywood con una vocación acallada: la de escribir novelas autorreferenciales.

En sus aventuras etílicas conoce a varios referentes como Hemingway o los Fitzgeralds que rápidamente lo integran a un grupo de pares ávidos por el arte de todo tipo. Interiorizarse detalladamente acerca de lo que hace cada uno construye una vía directa hacia una Empatía que se muestra de muy buen grado y en todo sentido a lo largo de las diferentes interacciones en estos lejanos años (todo lo contrario a lo que acontece con su familia política actual).

Este entorno permite que Gil comience a desarrollar su conciencia emocional y su autoeficacia, abriendo la posibilidad de que pueda juzgar positivamente su desempeño, poniéndolo a prueba con unos jueces más que ideales que representan el pináculo de su referencia.

Esas caminatas y experiencias nocturnas son, en su caso, el momento ideal para la introspección, lo que le permitirá redescubrir su pasión y afirmarse como alguien pleno que disfruta cada momento.

En cuanto a la conciencia emocional, podemos ver que adquiere el hábito de preguntarse qué está pasando con estas aventuras mágicas y qué está sintiendo a cada momento. Juzgar como increíble sus charlas con Gertrude Stein o con el mismo Hemingway es el primer paso para después poder armonizar posibles decisiones a tomar con los valores que lo representan.

¿Qué emociones se aprecian en el escritor hasta ese momento frustrado? Éxtasis, Alegría, Sorpresa, Ansiedad, Melancolía, por ejemplo.

Éxtasis porque no puede creer lo que está viviendo cuando intenta buscar algún modo de comprender anárquicamente esta realidad alternativa, alegría porque se trata de una situación estupenda, sorpresa porque es algo imposible de pensar que te pase, ansiedad porque te preguntás una y mil veces en que va a desembocar todo, melancolía, por querer quedarse en el idealismo de los años 20 y desvalorizar el presente (en ese momento).

Al fin, y después de todas sus peripecias, Gil parece comprender perfectamente esto último. Sabe lo que tiene que hacer conducido por su timón interior. Cada veredicto que debe tomar lo empuja aún más y lo conduce a decisiones certeras y llenas de esperanza y confianza.

Ya no es el ser lleno de dudas e intrigas que desobedece corazonadas, sensaciones y pálpitos. Seguro de sí mismo, opina lo que piensa sin miedo a las críticas y tiene en claro como quiere que su vida siga de aquí en adelante. La escena final con Adriana cuando se trasladan a la Belle Epoque es una fiel representación de su nueva condición.

Si bien es una película y su razón principal es entretener, podemos comprobar fehacientemente que nos puede brindar herramientas para aprender acerca de la Inteligencia Emocional.

A disfrutarla…

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